domingo, 3 de octubre de 2010

Sol y Sombra

El aire es de otoño y el sol de verano. La duda del cambio de estación sobrevuela hoy sin más un celeste casi blanquecino. La alergia a no sé muy bien qué (probablemente a conversaciones nocturnas de ayer que viajaron por los carriles más frágiles de la vida y de la muerte, o simplemente que no me apetece mirar hoy a la cara a este mundo de disparates) me tiene a medio respirar. Justo hoy que hay tanto aire puro soplando.
Y no sé porqué (imagino que esas conversaciones de anoche) me levanté pensando en cuando de niño me iba a trabajar con mi padre a la obra, con mi cesta de cuerda llena del almuerzo y una camiseta para cambiarme en el trabajo. Cuando llegábamos al bar a recoger a los obreros, la cabeza casi no me llegaba a la altura de la barra, les oía pedirse un sol y sombra y beberse esa copa de anís y la de coñac con la misma naturalidad con la que yo iba bebiendo de mi Cola Cao. Me decía que yo de mayor también pediría un sol y sombra. Nunca lo he hecho. A estas alturas creo que ya nunca lo haré, no por nada especial, simplemente porque no soy de anís y me parece una bestialidad joder el coñac. Pero sí veo que hoy es un día para estar entre sol y sombra y recordar porqué empezamos a pensar lo que queríamos ser y porqué hoy ya somos lo que somos, en mi caso porqué cada vez me quedan menos esquirlas prendidas al cuerpo para ser mitómano.