jueves, 1 de abril de 2010

Tulipanes

Amanece algo más tarde. El reloj interno no respeta ni los días de fiesta. Me levanto medio dubitativo, con sueño y sin ganas de seguir durmiendo. El itinerario habitual, baño, lavabo, cocina, café, abrir ventanas... Vuelvo por el pasillo hacia la cocina cuando el primer haz de luz alcanza los cristales de la puerta de entrada. Me gusta tanto la luz de esta casa que me siento en los escalones del pasillo a ver ese fenómeno un rato, hoy que tengo el tiempo y las ganas. La cafetera me rescata, primero el ruido del agua hirviendo, luego el olor acaparador del café. Sirvo esa taza tamaño "familiar" con la que me encanta pasear alrededor de la casa mientras voy bebiendo. Pero hoy no ha habido paseo. Hoy me he sentado frente al jardín de la entrada, porque he llegado justo a tiempo para un espectáculo bellísimo. Los tulipanes se estaban despertando. Se han ido abriendo suavemente, a medida que esos rayos de día han ido tocando sus copas. Nunca había visto el proceso durante tanto rato. Nunca antes había tenido tulipanes en casa. Su presencia firme, fuerte, de resistencia a los elementos, se va tornando la fragilidad total de los pétalos de un rojo anaranjado, a medida que se dejan ir ante este sol y la leve brisa de primavera que llega hasta aquí. Son apenas una docena de tulipanes, que han crecido a distintos ritmos. Los hermanos mayores se abren del todo, los otros observan y sueñan con hacerlo en los próximos días. El café se enfría. No me importa, no me pienso mover. El juego de sombras va cambiando. Sentado frente al jardín, quieto, puedo sentir que la tierra se mueve.

1 comentario:

  1. El otro día en tu casa los ví abiertos, y son espectaculares. Me llamó la atención de que entre todos ellos tienen un hermano diferente, uno veteado. Por cierto, si necesitas ayuda con los plantines para tu huerto me avisas. Abrazo.

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